La utilización de la presoterapia se generalizó desde los años 1950, esencialmente en el dominio vascular, en la prevención de las flebo-trombosis y en el tratamiento de las insuficiencias venosas.

Se trata de un compresor que, a través de una serie de mangueras independientes, insufla aire a unas botas o mangas formadas en su interior por cámaras neumáticas escalonadas, separadas y superpuestas. Con una aplicación por ciclos de inflado y desinflado, la presión se ejerce en sentido de distal a proximal.

Hemos demostrado que esta práctica terapéutica se limita estrictamente a la evacuación de la fracción líquida del edema, y que no tendrá ninguna incidencia sobre la reabsorción de proteínas. No puede ser utilizada de forma aislada, ya que se cometería el error de concentrar el edema en macromoléculas y favorecer, por lo tanto, el proceso progresivo de fibrosis.

Las experimentaciones que hemos realizado en la Unidad Coronaria con doce pacientes dotados de un catéter de Swan-Gans han demostrado (OL1.11) que todos los parámetros hemodinámicos están aumentados desde que se inicia la aplicación de la presión sobre los miembros inferiores: la presión auricular derecha, la presión en la arteria pulmonar así como la presión capilar de oclusión están aumentadas de manera muy significativa. Esto comprueba y reafirma que la incidencia de la presoterapia sobre la fracción líquida del edema (por vía venosa) es real.

La presoterapia está, por tanto, contraindicada en aquellos pacientes que presentan un edema consecutivo a una insuficiencia cardíaca.

En diferentes estudios realizados en nuestros laboratorios, hemos podido determinar la presión que debe ser aplicada (entre 20-40mmHg), y el tiempo mínimo de reposo entre cada ciclo de inflado y desinflado (mínimo de 25 segundos) para obtener un efecto beneficioso sobre la red venosa.